
A veces nos ponemos máscaras para escondernos… y otras, para reconocernos con amor.
Brenda Jeet Shakti K.
Soy madre, y también soy mujer
Soy mamá de dos, y amo profundamente serlo. La maternidad me ha regalado momentos de presencia, ternura y crecimiento que no cambiaría por nada.
Pero también valoro mi espacio propio. Ese lugar íntimo donde surge otra parte de mí: más libre, más salvaje, más creativa.
En ese espacio respiro, danzo, escucho, sostengo… y comparto.
Clases pensadas para la vida real
Soy Licenciada en Administración de Empresas por el Tec de Monterrey.
Gracias a eso, entiendo la importancia del tiempo, del enfoque y de la energía.
Por eso ofrezco clases breves y efectivas, pensadas para personas con agendas llenas que aún así desean cuidarse.
Este es mi camino… y si resuena contigo, lo caminamos juntas
No enseño fórmulas. Te acompaño a que descubras las tuyas.
Cada clase, cada sesión, cada encuentro… es un espacio para volver a ti.
El movimiento como medicina
Shakti Dance® me devolvió el amor por mi cuerpo, por mi feminidad, por mi esencia.
Me ayudó a sentirme hermosa así como soy, a moverme con libertad y a expresar lo que no tenía palabras.
Cada movimiento es una oración, una afirmación: estoy aquí, y merezco habitarme con gracia.
Yoga en familia, con juego y alegría
Con mis hijos pequeños descubrí que el yoga no tiene que ser serio. Puede ser un juego, una historia, una forma de moverse juntos.
A los niños les encanta imitar, y qué mejor que imiten respiraciones y posturas que les enseñan a sentirse fuertes y a calmarse.
Una práctica espiritual universal
Nací y crecí en un hogar católico, y tengo un profundo amor y respeto por esa tradición. Esas raíces me enseñaron a caminar con cuidado, con devoción y con reverencia hacia lo sagrado. Gracias a ellas, hoy me acerco a los distintos caminos espirituales con humildad y sin juicios.
Actualmente estudio Budismo Tibetano como parte de mi camino personal. Esta práctica me ha ayudado a ver con mayor claridad y amplitud, a soltar límites mentales y abrirme a una experiencia más universal del espíritu.
En mis clases y sesiones, hablamos de la divinidad desde un lugar amoroso, respetuoso e inclusivo.
No se trata de imponer una creencia, sino de sentir la presencia de lo sagrado en tu propia forma, con tus propios nombres, con tu verdad interna.
Aquí, cada quien es libre de conectar con lo divino como lo sienta. Lo importante es estar presentes… y recordar.
Mi llegada al yoga: un nuevo comienzo
Cuando llegué a California desde Veracruz, traía el alma cansada. Habíamos vivido una etapa difícil, con violencia e incertidumbre, y yo criaba sola a mis hijos, sin red de apoyo, con el sistema nervioso colapsado.
Una amiga me invitó a una clase de Kundalini Yoga… y ahí comenzó mi camino de vuelta.
Desde la primera clase, algo en mí respiró diferente. Comencé a reír de nuevo. A sentirme viva.
El sonido que sana lo invisible
Siempre fui muy mental, muy racional. Pero el sonido… me llevó a otro lugar.
Los cuencos, el gong, la vibración… me mostraron cómo el cuerpo responde cuando encuentra un entorno de calma, seguridad y amor.
No hace falta forzar nada: solo sostener.
Con el Reiki, sucede igual. El amor abre el camino para que la sanación ocurra por sí sola.